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LA EMPATÍA.

Autor: Doctor Héctor Alejandro Valle López
Fecha: 05 / 02 / 2022

Si pudiéramos leer la historia secreta de nuestros enemigos, encontraríamos en la vida de cada persona un dolor y un sufrimiento suficientes para desarmar toda hostilidad. (Henry Wadsworth Longfellow)

Wallis, Pete. Entendiendo la Justicia Restaurativa. Prensa política. Edición de Kindle.


Todas las personas guardamos historias, caminamos, saludamos de mano o de beso, nos abrazamos y tomamos café; la vida está llena de historias, somos las historias que contamos de nosotras mismas. Es imposible poder recordar los 10, 15, 20, 30, 40 y más años que hemos vivido como una historia lineal llena de detalles u ordenada por días, por eso, seleccionamos las historias que nos definen (o que pensamos que nos definen). Así, construimos nuestra identidad. 


Nuestras historias no están libres de los discursos dominantes (aunque hablaremos de eso, mejor, otro día). Las redes sociales como Facebook, Instagram o la que esté de moda, nos han guiado para saber qué queremos mostrar, qué historias queremos que los y las demás lean; vamos mostrando nuestro mejor lado, nuestra comida presumible, ropa o viajes o autos o felicidad en el empaque que la hayamos adquirido (también entran títulos, conquistas, cervezas, reflexiones sesudas y libros). Pero estas, no son todas nuestras historias, también tenemos frustraciones, tristezas, angustias, por las amistades que no hemos abrazado, por lo que perdemos y perdimos, dudas de todos colores y sabores. Las redes sociales dan una imagen de suficiencia, independencia, fortaleza, que no es necesariamente falsa, sino una imagen incompleta.


Las historias que guardamos son las más íntimas, las de vulnerabilidad, dolor, pérdida, en esas historias no somos fuertes, necesitamos ser abrazados o abrazadas, son momentos donde necesitamos compañía para seguir adelante; las escondemos por vergüenza, no son lo que regularmente queremos que sepan de nosotras. Muchas veces, sentimos que, si nos ven desde esos lugares, nuestras relaciones se irán, nos dejarán y eso dolerá más, la vergüenza es “el miedo a la desconexión” (Brene Brown, 2012), a la soledad.


No conoceremos nada ni a nadie si solo escuchamos una parte de la historia. Muchas veces, nuestras interacciones en los procesos de diálogo se basan solo en las historias oficiales, en los que las personas nos cuentan en ese primer encuentro, conversamos desde historias incompletas, desde los cortes de nuestras culturas. ¿Cuáles conversaciones quedan pendientes? ¿Cómo podemos incorporar esas otras historias en nuestras conversaciones? La generación de la empatía no sucede solo de nuestras historias oficiales, sucede también en nuestras historias de vulnerabilidad, en nuestras historias secretas. No planteo que las conversaciones deben centrarse en el dolor y la desesperanza, solo creo que es importante que las personas sepan que estamos construyendo un espacio seguro para todas nuestras historias, que podemos conversar y conocernos desde distintos lugares, que la empatía surge en las historias más completas, más saturadas, no en la simplificación, y que acompañar esas historias nos corresponde.



Bibliografía


Brown, B. (2012). Los dones de la imperfección. Guía para vivir con todo corazón. Gaia Ediciones.