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Pareja

Autor: Doctor Héctor Alejandro Valle López
Fecha: 08 / 05 / 2023

No sé el número exacto de pecas del kilómetro siete al trece de tu lienzo de espalda

pero te intuyo unicornio

lavanda

limonero y fruta caliente.

Irene X


¿Conocemos a la persona a nuestro lado?, ¿la que come? ¿la que nos abraza?, ¿la que nos besa? ¿Conocemos a la persona en los momentos junto ellas?, ¿en las conversaciones y las risas? Conocer es un verbo muy grande, muy difícil, conocer es “tener conocimientos profundos sobre algo”. 


¿Podemos conocer a las personas? Ocurre que no siempre podemos seguir el ritmo al desarrollo de estas, aunque estemos en constante interacción; parece que de un momento a otro los gustos de mi hija cambian, las novelas o canciones de ritmos que no me gustaban, no parecen tan desagradables ahora. El movimiento es perpetuo y el cambio o evolución o desarrollo es continuo; pensar que llegamos a un límite en nuestra capacidad transformativa limita las posibilidades de expresión de nuestra identidad.


Los discursos dominantes indican que el objetivo es “llegar a ser”, esto implica dos cosas, la primera que existe un ideal, una forma perfecta a la que todas las personas debemos de llegar o aspirar; esta forma está definida desde antes de nacer, así, modelamos qué es un hombre, una mujer, una adulta o una adolescente (los requisitos para ser socialmente considerada tal o cual). La segunda implicación es, que no llegar al ideal es un fracaso: las personas que no encajan en el esquema de hombre, mujer, adulta, ingeniera… y lo son o quieren serlo sin cumplir, no son reconocidos; entonces, la identidad, las conclusiones a las que llegamos sobre nosotras mismas están cortadas y delimitadas por estos esquemas (discursos). Una persona desarrolla muchas veces su identidad basándose en el déficit, lo que le falta para llegar a ser lo que se espera de ella.


La identidad de una persona o comunidad no solo es como se ha pensado, una estructura estática que busca cumplir los requisitos de determinados discursos en busca de aceptación o pertenencia; es también las posibilidades, las historias que vamos viviendo y significando ¿Qué pasaría si no significamos en comparación con ese déficit que nos impone el discurso? Podríamos dejar de pensar en la identidad como un recipiente estático, integrar las posibilidades de ser como conjuntos de historias, historias transformándose, creciendo y desarrollando, historias dinámicas.


No creo que podamos conocer a las personas, aun cuando estemos en pareja y llevemos años compartiendo juntas, podemos acercarnos a la idea de lo que la persona narra, acompañarla en sus procesos, co-construir historias y retroalimentarnos de amor y esperanzas. La trampa de pensar que conocemos a las personas solo limita nuestras infinitas posibilidades de tejernos mutuamente.